Con la llegada del frío, los cuadros gripales se extienden sin parar y es importante prevenir el contagio de la enfermedad. Las claves para una dieta antigripal.
Ya llegó el invierno y, con él, llegan las bajas temperaturas, los cambios de temperatura al entrar y salir de ambientes climatizados y, como siempre, los resfríos y estados gripales.
Si bien en los casos que se presentan síntomas como fiebre los médicos recetan usualmente antibióticos, para prevenir contraer los virus que causan ese estado de malestar o para tratar de mejorar cuando ya se está en esa situación, hay algunos alimentos más recomendables que otros.
Ricos en vitamina C, los tomates -que técnicamente son una fruta- pueden potenciar el sistema de defensas del cuerpo igual que los cítricos. De hecho, un solo tomate mediano provee el 40 por ciento del requisito diario de vitamina C. Las alternativas al tomate también pueden ser un vaso de jugo de tomate y pasta con salsa a base de tomate.
Las semillas y frutos secos que son ricos en zinc, un mineral que optimiza el funcionamiento del sistema inmunológico, son siempre una buena opción. Las arvejas, los frijoles, el maní, las semillas de calabaza tostadas y el germen de trigo son algunos de esos.
Las almendras, por otra parte, son una gran fuente de vitamina E, un antioxidante que ayuda al cuerpo a protegerse de las infecciones virales. Para maximizar la absorción de vitamina E, es mejor ingerir almendras picadas, manteca o aceite de almendras.
Al ser ricas en betacaroteno (una provitamina que se transforma en vitamina A al llegar al cuerpo) es excelente para ayudar al organismo a protegerse de infecciones respiratorias. Es buena idea combinarlas con vegetales color verde oscuro, batatas y calabaza.
El té verde, negro y azul contienen compuestos naturales que reducen el riesgo de contraer la gripe. También contienen quercetina, un antioxidante poderoso con efectos anti-inflamatorios y L-teanina, un aminoácido que algunos estudios científicos indican que reduce el estrés fisiológico y psicológico.
Los probióticos, bacterias beneficiosas presentes en el yogurt y otras comidas fermentadas, son conocidos por fortalecer ampliamente el sistema inmunológico.
Aumentan la actividad de las células asesinas naturales, que juegan un papel de vital importancia en el sistema de defensas. Los hongos mejoran la resistencia del cuerpo a las infecciones virales. Además, son ricos en selenio, mineral que protege de daños a las células y se relaciona con la prevención de algunos tipos de cáncer y afecciones cardíacas.
La sopa de pollo, si bien no evita la gripe, aporta carnosina, un compuesto que puede ayudar al sistema inmunológico a combatir el virus a principios de la enfermedad. Sin embargo, según un estudio científico realizado en el 2012, es necesario consumir el caldo durante toda la enfermedad para sostener el efecto.
El salmón que es capturado en su ambiente natural, ya sean océanos, ríos o lagos, tiene un contenido alto de vitamina D que el sistema inmunológico necesita para matar las bacterias y los virus, según el doctor John S. Adams, profesor de la Facultad de Medicina David Geffen en la Universidad de California en Los Ángeles, Estados Unidos. El salmón cultivado en granjas, sin embargo, no ofrecería los mismos beneficios.